THE ACT AND LEGAL BUSINESS IN THE SOUTH AMERICAN LAW
Autor: Miguel Ruiz de Castilla21 de febrero de 2016
Lima - Perú
ABSTRACT
This essay tries to clarify the origins of two important concepts: the act and legal business; its influence on the legislation of several South American countries and modalities being adopted in the respective legislations.
RESUMEN
En este ensayo se trata de esclarecer los orígenes de dos conceptos importantes: el acto y el negocio juridicos; su influencia en la legislación de varios paises sudamericanos y las modalidades que van adoptando en las respectivas legislaciones.
ACTO Y NEGOCIO COMO EXPRESIONES COLOQUIALES
El
Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) deriva la palabra “acto” del
latín actus[1],
término latino de acto, que en su
sentido más amplio es “todo lo que se hace o puede hacerse” (Wiki, 2015) . Aunque su semántica
hoy por hoy sea tan variada dependiendo de los ámbitos en que se use. (DRAE, 2015)
En
cuanto al término “negocio” procede de la palabra latina negotium, que deriva de nec
(sin) y otium (ocio) que se ha
traducido para designar algo contrario al ocio. Es equívoco pensar que el otium (ocio) tenía para los romanos una
connotación negativa, sólo designaba el tiempo de reposo, de inacción, y
también el puro placer del entretenimiento[2].
Negotium que es la negación del otium y su antónimo, quiere decir
ocupación, trabajo, actividad, función, cargo, deber y también empresa o asunto
que exige trabajo. El negotium jamás
significó “sin recompensa”, pero ha devenido a que se considere al negocio,
hacer algo por dinero cuando nec otium no significa solamente eso. (Dechile,
2015)
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), deriva la palabra negocio igualmente del latín negotĭum y privilegia la semántica de la
acción y dice “ocupación, quehacer o trabajo” dejando un cuarto lugar para
“acción y efecto de negociar”. Al momento de hablar de negocio jurídico, se
dice: “acto de una o más voluntades que pretende algún efecto jurídico
reconocido por la ley” (DRAE, 2015) ;
sobre esta definición volveremos más adelante.
El
acto, negocio y hecho parecen ser palabras sinónimas si se compara sus
acepciones, y son de fácil confusión. El hecho
parece ser el más sencillo y podemos definirlo como “todo movimiento,
acontecimiento, género, evento, acción o acto, con o sin la intervención del
hombre, en el tiempo y en el espacio, que puede o no generar consecuencias
jurídicas”. (Rojas Henríquez, 2015)
BASES TEÓRICAS DEL ACTO Y EL NEGOCIO JURÍDICO
Los
fundamentos teóricos de los conceptos de acto
y negocio jurídico los encontramos en
muchas fuentes que se remontan por lo menos en la codificación justinianea
expresada en las Pandectas, pero con
fines estrictamente metodológicos de estudio y a manera de división provisional
trataremos de ver expresados en dos documentos principales: el Código Civil
francés, conocido como el Código de Napoleón[3]
y el Código Civil de Alemania conocido como BGB[4].
El primero sería la expresión doctrinaria del concepto de acto jurídico y el segundo, una manifestación para sustentar
teóricamente el abstracto concepto de negocio
jurídico.
1.- EL CÓDIGO DE NAPOLEON DE 1804 Y EL ACTO
JURÍDICO
La Teoría del
Acto Jurídico es una elaboración de la doctrina posterior a la promulgación del
Código Civil francés de 1804[5].
No apareció hasta el siglo XIX, pues los actos jurídicos bajo esta formulación
teórica uniforme no fueron concebidos en Roma, como lo admite la generalidad de
romanistas. Los jurisconsultos romanos no fueron afectos a la abstracción sino
a la consideración de los casos concretos para determinar las situaciones que
merecían ser protegidas y las circunstancias en las que debía reconocerse al
sujeto de derecho la facultad de entablar sus relaciones jurídicas. (Vidal
Ramírez, 2013, pág. 19)
Esta
tendencia a la concreción y a la tipicidad de los juristas romanos no significa
que no hayan tenido conciencia de la generalidad de algunos conceptos e
instituciones y que, hayan determinado y aproximado singularizadas figuras en
las que encontraban cierta homogeneidad; por ello el Derecho Romano legó los
principios y conceptos receptados por el Derecho moderno. (Vidal Ramírez, 2013, pág. Loc.Cit.)
En sentido
restringido, el acto jurídico ha sido descrito como aquel acto voluntario y
lícito “que tenga por fin inmediato establecer entre las personas relaciones
jurídicas; crear, modificar, transferir, conservar o aniquilar derechos”, como
reza el artículo 944 del Código Civil argentino, pero ese acto voluntario y
lícito debe provenir de una expresión de voluntad[6].
(Lohmann Luca de Tena, 1994, pág. 33)
La impronta
jurídica francesa le da el carácter individualista
y artificial a los comportamientos
del hombre que producen consecuencias legales; es individualista porque se deja de lado toda valoración social y
normativa y, artificial porque se
pretende hacer creer que es en la voluntad del individuo donde reposa la
esencia del concepto mismo de acto jurídico. La posición doctrinaria de los
civilistas franceses[7]
era el reflejo de la corriente de pensamiento predominante en la época; nos
referimos al iusnaturalismo que
resaltó en todo momento como valor fundamental “la libertad del hombre”,
entendiendo a este último como el centro de la sociedad y por ende el centro
del ordenamiento jurídico, cuya función debe limitarse en último término a
consagrar todos los propósitos de los sujetos de derecho. (Roque Montesillo, 2008, pág. 56)
Desde ese
punto de vista, es lógico pensar que se definan los actos del hombre relevantes
jurídicamente como simples manifestaciones de la voluntad dirigidas a la
producción de efectos jurídicos, sin tomar en cuenta en absoluto la función
organizadora y ordenadora del ordenamiento jurídico pues siendo el hombre el
centro del sistema jurídico, nada más fácil y consecuente resulta concebir el
acto jurídico como una simple manifestación de voluntad o la expresión de un
deseo, pero de producir consecuencias jurídicas. (Roque Montesillo, 2008, pág. Loc.Cit.)
Los
precursores o redactores del Código de Napoleón no acogieron en un primer
momento una formulación teórica para explicar con un concepto lo
suficientemente lato, genérico y uniforme, la amplia gama de relaciones
jurídicas que puede generar la voluntad privada, limitándose a la convención, de la cual hicieron derivar
el contrato. Fue pues, por esa razón
que fue la doctrina francesa posterior a la promulgación y vigencia del Código
Civil de 1804 la que enunció recién la Teoría del Acto Jurídico. (Vidal
Ramírez, 2013, pág. 19)
En un primer
momento los doctrinarios franceses no se dieron cuenta que la idea del acto
jurídico era la de un concepto lo suficientemente amplio y general que diera
comprensión a toda categoría jurídica que pudiera ser calificada de acto
jurídico, pues la idea de la convención,
entendida en su bilateralidad, resultaba diminuta respecto de los actos
jurídicos que se formaban por una sola voluntad y sin requerir la concurrencia
de otra. El acto jurídico así concebido debía dar cabida a toda una gama de
actos jurídicos y debía constituirse en la fuente voluntaria de relaciones
jurídicas las que también, voluntariamente, podía ser objeto de regulación,
modificación y extinción[8].
(Vidal Ramírez, 2013, pág. 20)
2.- EL CÓDIGO ALEMAN DE 1900 Y EL NEGOCIO JURÍDICO
Por otro lado,
la historia del “negocio jurídico” o también llamado “declaración de voluntad”
como decía Savigny, sólo apareció a partir del siglo XVIII. Anteriormente en el
Derecho romano lo único que existía eran tipos particulares de negocio
jurídico, en razón de que los romanos se sentían atraídos por los conceptos
concretos antes que por las consideraciones abstractas. Tanto es así que
tampoco conocieron el concepto general de contrato obligatorio, sino solamente
los particulares como son la compraventa y el arrendamiento. Si bien se
conocían las expresiones de actus y negotium, no eran utilizados como
términos técnicos jurídicos. Esta situación existía todavía durante la
codificación de Justiniano. (Romero Montes, 2013, pág. 67)
Podemos
establecer que el concepto de negocio jurídico tiene una fuerte vinculación con
el sistema de las Pandectas[9],
que ordenaron el conjunto del Derecho privado. La característica principal del
sistema de Pandectas es la
anteposición de una Parte General, y la parte nuclear de esa Parte General es
precisamente la teoría del negocio jurídico. (Romero Montes, 2013, págs. 67-68)
Al tratar el
concepto de negocio jurídico, que es
una especie de acto jurídico, es
menester aclarar que no nos estamos refiriendo exactamente a una institución
del Derecho, sino más bien a una abstracción jurídica elaborada por la doctrina
sobre la base de un conjunto de normas y caracteres propios y comunes a cierto
tipo de actos jurídicos, aunque esa abstracción no se justifique a priori, sino por su utilidad al
sistematizar principios ordenadores. El negocio
es un concepto, no una constatación de realidades. Por lo mismo, aunque
tratemos al negocio como figura autónoma, no debe tomársela como tal, pues su
existencia es tácita o derivada; sólo es el resultado de la aplicación de
ciertas particularidades de algunos contratos, de actos de derecho de familia y
de sucesión hereditaria, a un denominador común que las agrupa, para regular
estos o aquellos y otros supuestos de autonomía de la voluntad. (Lohmann
Luca de Tena, 1994, pág. 45)
El negocio jurídico es pues un concepto
abstracto, por eso el Código Civil alemán (BGB) no contiene ninguna definición
acerca del mismo; los autores del primer Proyecto de BGB prescindieron de una
definición semejante, no obstante en la Exposición de Motivos del citado Proyecto
se afirmaba lo siguiente: “Negocio
Jurídico en el espíritu del Proyecto es una declaración de voluntad privada,
dirigida a la producción de un resultado jurídico, que tiene lugar conforme al
Ordenamiento jurídico porque es querida. La esencia del negocio jurídico se
encuentra en que opera una voluntad dirigida a la producción de efectos
jurídicos, y en que el veredicto del Ordenamiento jurídico en reconocimiento de
esa voluntad realiza en el mundo jurídico la configuración jurídica que ha sido
querida”. (Romero Montes, 2013, págs. 68-69)
A partir de la
teoría moderna que iniciaron en este aspecto los pandectistas alemanes[10],
el negocio es un acto jurídico cuyas consecuencias las determina el Derecho, pero
que en situaciones normales han sido previstas -y queridas- por los
intervinientes en el negocio y
generadas por un contenido del mismo que responde a una declaración de
voluntad. (Lohmann Luca de Tena, 1994, pág. 52) No existe el negocio jurídico en sí, sino solamente
tipos concretos de actos reconocidos
por el ordenamiento jurídico como son la compraventa, cesión de créditos,
matrimonio, testamento, etc., que están comprendidos todos ellos en la
abstracción “negocio jurídico”. Muchos tratadistas sostienen que el “negocio
jurídico” es una “criatura propia de la pura teoría” (Wlassak) y Windscheid
añade que no existe ningún negocio jurídico “en sí”, que más bien el concepto
de negocio jurídico no es más que la abstracción de los tipos de actos
reconocidos por el ordenamiento jurídico para la conformación de relaciones
jurídicas, y que estos tipos de actos son previos al concepto. Esto significa
que sólo existen “los negocios jurídicos” y no “el negocio jurídico”, que sólo
es una abstracción de los primeros. (Romero Montes, 2013, pág. 69)
Podemos
concluir que tanto el acto jurídico
cuanto el negocio jurídico no son
creaciones legislativas, sino de los juristas que elaboran la dogmática
jurídica y que se atienen a principios doctrinarios y no al orden y estructura
de los códigos. Ambos, el acto y el negocio jurídicos, son expresiones
dogmáticas del reconocimiento de la autonomía privada como fuente creadora de
efectos jurídicos. Son categorías estrictamente formales, resultado de un
proceso de abstracción en base a un conjunto de dogmas y principios
doctrinarios, (Romero Montes, 2013, págs. 69-70) pero que tampoco pueden
ser consideradas como instituciones de Derecho. (Lohmann Luca de Tena, 1994, pág. 45)
ACTO Y NEGOCIO JURÍDICO. CONCEPTOS CONTRAPUESTOS
Provisionalmente
podemos decir que el acto jurídico es un hecho jurídico, voluntario, lícito,
con manifestaciones de la voluntad y efectos queridos que respondan a la
intención del sujeto, de conformidad con el Derecho Objetivo. Sin embargo en la
doctrina del negocio jurídico al hecho jurídico voluntario se
le denomina acto jurídico y se le
conceptúa como una conducta humana generadora de efectos jurídicos que pueden
ser lícitos o ilícitos. El acto jurídico
bajo este concepto es, pues, resultado de una conducta humana productora de
efectos jurídicos precisos y previstos en la ley, lo que lo diferencia del negocio jurídico que produce los efectos
porque el sujeto los ha querido y perseguido voluntariamente. (Vidal
Ramírez, 2013, págs. 42-43)
La
posición moderna se puede resumir diciendo que cuando se habla de acto
jurídico, se alude a una realidad que el acto o el hecho poseen; el acto es
jurídico en cuanto tiene esa cualidad: la de producir efectos jurídicos. La
juridicidad de los actos no se establece solamente porque la ley ampare la
voluntad cuando se encuadra en rígidos requisitos de formación, sino porque la
acción humana, produce efectos que al Derecho le interesan. Dicho de otra
manera, las acciones del hombre provocan consecuencias jurídicas no sólo porque
en ellas exista intención expresada con la declaración de la voluntad, sino
sobre todo porque los efectos jurídicos son reconocidos por el Derecho, incluso
de manera totalmente independiente de la voluntad del acto[11]. (Lohmann Luca de Tena, 1994, págs. 38-39)
EFECTOS JURIDICOS
Todo
acto humano puede ser voluntario o involuntario, producir o no consecuencias o efectos
jurídicos, la pregunta es si estos hechos pueden ser considerados actos o
negocios jurídicos. Dice Vidal que en ese orden de ideas, en el acto jurídico los
efectos se producen ex lege (según la
ley), mientras que en el negocio jurídico se producen ex voluntate. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 43) El acto jurídico
tiene pues una finalidad específicamente jurídica (ex lege), es su nota característica, relevante, su rasgo distintivo[12].
El acto jurídico constituye la esencia misma del Derecho Privado, pues nacido
de la voluntad privada es el factor que caracteriza a las relaciones jurídicas
que le quedan sometidas y es, además, el criterio determinante para
distinguirlas de las que quedan sometidas al ius publicum. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 45)
ACTO JURIDICO EN LA LEGISLACION COMPARADA
Ya nos hemos
referido que el Derecho Romano no logró plasmar una teoría del acto jurídico,
pues no eran muy adeptos a la abstracción y preferían con frecuencia los casos
concretos, lo que no quita que Roma haya aportado principios y conceptos a la
disciplina jurídica contemporánea. Tanto es así que la teoría general sobre el
acto jurídico se debe a la labor de los pandectistas alemanes quienes se
abocaron al estudio de las Pandectas o Digesto de la época de Justiniano. (Romero Montes, 2013, págs. 44-45)
Ya hemos
concluido que tanto el acto como el negocio jurídico son abstracciones jurídicas
elaboradas por la doctrina y no constataciones de realidades. (Lohmann Luca
de Tena, 1994, pág. 45) Pero fueron, primero los juristas
franceses y, después, los alemanes, los que consiguieron la abstracción
pertinente, dando lugar a la teoría del acto jurídico por los franceses, y a la
del negocio jurídico por los de la escuela alemana. (Romero
Montes, 2013, pág. 45) La legislación peruana expresada en el
Código Civil de 1936, optó por la tesis francesa y se ha mantenido en el Código
Civil de 1984. (Romero Montes, 2013, pág. 45) Sobre el tema
regresaremos luego, sin embargo hay que trazar un paralelo entre el acto
jurídico y el concepto de negocio jurídico, puesto que ambos (acto y negocio)
para nuestro sistema de Derecho Privado, llegan a tener una relación de
sinonimia conceptual. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 45)
CODIFICACION CIVIL EN SUDAMERICA
Uno de los padres
de la codificación civil en Sudamérica[13]
fue indudablemente Andrés Bello, basta referir los Códigos peruano de 1852, el
chileno de 1857 que fue adoptado por la Gran Colombia y que se mantiene hasta
la actualidad por Ecuador y Colombia, pues Venezuela promulgó un Código Civil
de 1873, derogado en 1942 y se rige hasta la actualidad por el de 1982. La obra
de Andrés Bello fue influida evidentemente por el Código Napoleónico pero
también por asomos de la noción de acto jurídico por la influjo de la doctrina
francesa. Por esos años, en 1865, se dio a conocer el proyecto de Código Civil
para el Imperio de Brasil encargado a Florencio Texeira de Freitas que llegó a
plantear el desarrollo legislativo de la Teoría del Acto Jurídico. El Código
argentino fue promulgado en 1869 e inicia su vigencia en 1871, manteniéndose
hasta la actualidad, aunque con enmiendas y modificaciones, fue obra de
Dalmacio Vélez Sarsfield; siendo la obra de este como la de Andrés Bello los
dos grandes monumentos legislativos del siglo XIX y que aún mantienen su
vigencia. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 24)
Si el Código
Civil francés, vigente desde 1804, fue el modelo que inspiró la codificación
civil durante todo el siglo XIX tanto en Europa como en América, lo hizo hasta
la promulgación del Código alemán, promulgado en 1896 pero que comenzó a regir
en 1900. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 22 y 26) Se podría decir que
ambos Códigos se reparten dos siglos de influencia, el siglo XIX para Francia y
el XX para Alemania, sin embargo ambos muestran aportes doctrinarios de
singular importancia jurídica.
CODIGO CIVIL ARGENTINO: EXPRESION FRANCO-ALEMANA
El Código
Civil argentino promulgado en 1869 y que inició su vigencia en 1871
manteniéndose hasta la actualidad aunque con enmiendas y modificaciones, fue
redactado por Dalmacio Vélez Sarsfield y tuvo entre sus méritos el haber desarrollado
e introducido la Teoría del Acto Jurídico, derivándolo conjuntamente con el de
hecho jurídico. La doctrina argentina considera como sus fuentes el Derecho
Romano y la obra de romanistas como Savigny, impulsor de la pandectística
alemana y también de Pothier, precursor del Código francés. Lo particular es
que el Código argentino fue promulgado con anterioridad al Código alemán,
además empleaba la denominación de acto jurídico y lo definiera claramente
(Art. 944); eso ha producido que los doctrinarios argentinos hayan considerado
que tal concepto de acto jurídico se corresponde con el de negocio jurídico[14].
Los estudiosos de Vélez Sarsfield como Antonio Juan Riness, sostienen que “con
la terminología francesa, Vélez acuño una teoría del acto jurídico al estilo
alemán… menciona la definición de Savigny, aun cuando después se decidiera por
la de Ortolán”[15]. (Vidal Ramírez, 2013, págs. 24-26)
CÓDIGO CIVIL ALEMÁN: GENERALIDAD DEL NEGOCIO
Promulgado en
1896 y vigente a partir de 1900, el Código alemán (BGB) tuvo como precursores a
los romanistas donde destaca claramente Savigny y Ihering y entre sus autores a
Windscheid, todos partícipes del movimiento pandectista que se dedicó a hurgar
los fundamentos del Derecho Civil moderno en los genuinos textos del Derecho
Romano. Al contrario del Código francés que no legisló sobre el acto jurídico,
el alemán si lo hizo respecto del negocio jurídico, propiciando la bifurcación
de la teorización sobre el rol de la voluntad privada en la generación de
relaciones jurídicas entre la Teoría del Acto Jurídico y la Teoría del Negocio
Jurídico. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 26)
La generalidad
del concepto de negocio jurídico en el BGB se da desde la definición en cuanto
dice que es todo acto de voluntad de una o varias personas destinado a producir
un efecto jurídico privado; como puede verse, la generalidad del concepto da
cabida a la concurrencia de una, dos o más voluntades (negocios unilaterales,
bilaterales y plurilaterales), esto determina que el negocio jurídico se
constituya en un género con diversas especies entre ellas el contrato, aunque
el mismo negocio jurídico resulte ser una especie ante el acto jurídico. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 26)
CODIGO CIVIL DEL BRASIL: EXPRESION CUASI ALEMANA
Promulgado en
1916 y vigente un año después (1917) hasta su derogación por el Código de 2002
que aún está vigente. Conservó una sistemática similar al Código alemán, en
cuanto dio contenido a una parte general en la que quedaron comprendidos los
hechos y actos jurídicos. El Código brasileño fue posterior fue posterior al
BGB alemán por lo que no sorprende que siguiera su sistemática, aun cuando los
doctrinarios no se explican el por qué de la no incorporación del concepto de
negocio jurídico bajo en nomen iuris[16].
Muchos han sostenido que la razón podría estar en una desafortunada traducción
del BGB, aunque otros civilistas sostienen que el acto jurídico tiene un
significado equivalente al de negocio jurídico[17]. (Vidal Ramírez, 2013, pág. 27)
CODIGO CIVIL PERUANO DE 1936
En
1922 se planteó en el Perú la reforma del Código Civil que venía rigiendo desde
hacía setenta años. La Comisión Reformadora redactó una Exposición de Motivos
en la cual puede comprobarse que las fuentes para la incorporación de la Teoría
del Acto Jurídico en el Código Civil de 1936 fueron los Códigos argentino,
brasileño y además que los codificadores tuvieron en consideración el Código
alemán. El concepto de acto jurídico fue tomado de la obra de Vélez Sarsfield y
que a su vez fue tomado por el Código brasileño en su Artículo 81 del Código de
1916, cuyo Artículo 82 inspiró finalmente la fórmula que, en definitiva adoptó
el Código de 1936 (Art. 1075). Aun cuando la noción del concepto quedó
implícita y no se plasmó en el articulado del Código, se limitó a enunciar los
requisitos de su validez iniciando así el desarrollo legislativo de la Teoría
del Acto Jurídico que se incorporaba a nuestra codificación civil. (Vidal Ramírez, 2013, págs. 27-30)
NOTA IMPORTANTE:
El presente ensayo se presentó en formato impreso, como parte de una investigación académica sobre el Acto Jurídico en la ciudad de Lima (Perú), el día 8 de junio de 2015. Está debidamente registrado y archivado en una institución académica, y por lo tanto los derechos de autor están adecuadamente reservados y garantizados.
La reproducción de los textos de este blog están permitidos, siempre y cuando se mencione claramente al autor y la fuente: http://forumlimensis.blogspot.com/
Copyright© miguelruizdecastilla (2016)
BIBLIOGRAFIA Y WEBGRAFÍA
Enciclopedia Jurídica. (2014). Obtenido de http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/pandectas/pandectas.htm
Chanamé Orbe, R. (1995). Diccionario Jurídico Moderno. Lima: San Marcos.
Dechile. (2015). Etimología de Negocio. Obtenido de http://etimologias.dechile.net/?negocio
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Enciclonet. (2015). Negocio Jurídico. Obtenido de http://www.enciclonet.com/articulo/negocio-juridico/
Gaceta Jurídica. (2015). Código Civil comentado por los 100 mejores especialistas (Vol. Tomo I). Gaceta Jurídica.
Lohmann Luca de Tena, J. (1994). El negocio jurídico (2da edición ed.). Lima: Editora Jurídica GRIJLEY E.I.R.L.
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El presente ensayo se presentó en formato impreso, como parte de una investigación académica sobre el Acto Jurídico en la ciudad de Lima (Perú), el día 8 de junio de 2015. Está debidamente registrado y archivado en una institución académica, y por lo tanto los derechos de autor están adecuadamente reservados y garantizados.
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CONCLUSIONES
1.- Los conceptos de acto y negocio jurídicos se encuentran entreverados por la semántica
abstracta que los rodea, lo que muchas veces produce una sinonimia y/o
antinomia aparentes.
2.- El acto jurídico es el resultado de una conducta humana productora de
efectos jurídicos precisos y previstos en la ley, lo que lo diferencia del negocio jurídico que produce los efectos
porque el sujeto los ha querido y perseguido voluntariamente.
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